PAN DE QUESO COTTAGE Y SEMILLAS SIN HARINA
Cuando uno piensa que le falta algo descubre que lo tiene CASI todo. Y no me mal entiendan, es de humanos desear de vez en cuando que las cosas sean distintas pero también es increíble descubrir que a medida que uno se va cargando más años encima, descubre que esas cosas que no tuvo o que ya no son posibles te llevan a descubrir otras grandes riquezas.
Tengo una lista grande de cosas que me hubiera gustado que fueran distintas, pero poco a poco se van resumiendo en una imagen mental nostálgica y muy peculiar que de vez en cuando paso y la veo: es un campo muy grande y estoy ahí sola. Hay un lago muy quieto de un azul - gris intenso, todo el tono de la escena es de un nublado suave y el cielo parejo, de esos nublados que sabes que no va a llover pero parece que si; todo está quieto y en distintos lados hay hierba alta de un tono verde perfecto, todo es algo gris; parecería vacío, solitario y muy melancólico pero aún así siento algo de cariño en la escena.
Esa imagen que a veces visito en mi imaginación, no se parece a lo que veo o hago en mi vida diaria, pero siento que está ahí.
Hace unos días, compartiendo vinos y traumas con algunas personas, me daba cuenta de lo complejo que es hacer algo por uno mismo y no dejarlo sólo en la teoría, en el libro, en la constelación, en la sesión religiosa o en las auto terapias, y no quiero decir que nada de lo anterior no sirva, pero realmente cuestionarse lleva responsabilidad, mucho trabajo y voluntad.
Cuestionarse no es una cura mágica y de hecho no es un acto rápido, puede tomar años pero genera movimiento constante. Por ahí dicen, que somos lo que preguntamos.
Yo no había dimensionado la libertad y el privilegio que tuve para cuestionarme tantas cosas años atrás, bueno, lo sigo haciendo; y aunque no me he sentido muy entendida, al revés, a veces me da como hipervigilancia y culpa sentirme así, no había dimensionado que cuestionarme me iba a revelar dolor y soledad también pero al mismo tiempo, me ha dado respuestas a esta edad adulta.
Qué bueno ganar respuestas.
El conflicto y el dolor es parte de la vida, yo a veces sentía que ya había acabado y luego la vida que a veces parece broma te da más para enseñarte que te falta, porque las cosas avanzan y los inconvenientes de la vida se presentan. A veces me castigo un poco (ya menos) pero siento esa sensación que me tardé; que me hubiera gustado entender y zafarme antes de tantas cosas, pero si lo hubiera hecho así, “zafarme” o hacer una huida magistral como escapista profesional posiblemente hubiera dado tropiezo tras tropiezo en una lista infinita de cosas en momentos importantes y críticos en los últimos años. Creo que cuando huyes, bloqueas, ignoras o te creas una realidad omitiéndote los detalles crudos y reales, la vida se encarga a cada rato de volvértelos a mostrar.
Llevar a la práctica sostenida y constante el alivio y comprensión de tu terreno emocional es como tener otro trabajo extra pero sin paga semanal. Es como entrar de practicante a una empresa donde ni te pagan pero no te importa porque tienes hambre de aprender, es como esa sensación de llegar y ver todo bonito y en orden pero nadie sabe el trabajo que hubo antes. Es más como un proyecto o inversión a largo plazo que sólo si lo dejas trabajar y aguantas las pérdidas de los años y la incertidumbre, al paso del tiempo puedes detenerte y ver que tienes lo suficiente, tal vez no todo lo que imaginabas pero sí lo suficientemente bueno para estar muy contento y seguir a pesar de los conflictos o dolores que no puedes evitar.
Yo no sé de inversiones de dinero a largo plazo, (en otros temas, nunca he sido buena para administrar y crecer lana), pero lo que sí se me da es la administración del bienestar y las emociones, a eso le he puesto años de mi vida porque era mi vaca flaca, era mi malestar, era mi carga, mi pena, mi tristeza.
El problema de los esfuerzos sostenidos es como su palabra lo dice: es un esfuerzo. Creo que a veces lo somaticé también físicamente, por ejemplo: yo casi no hago músculo, no puedo reventar mis rodillas con pesas y lo aprendí con los años. No sé si es una condición de mi anatomía o algo, pasé por entrenadores, nutriólogos, etc. Me irritaban e inflamaban mucho los entrenamientos tradicionales en gimnasios o hasta ciertas posiciones de yoga. Después de varios años descubrí que el ejercicio que mejor me va son los de estabilidad y fuerza, esos “ejercicios sostenidos” como los isométricos. En mí no son muy notorios físicamente como para decir: “ah, se nota que hace ejercicio”, esos ejercicios parece que no te mueves mucho pero aumentan la fuerza y estimula el aguante del cuerpo: son cortos, intensos, mejoran la estabilidad y la fuerza de una zona pero el músculo siento que no cambia tanto; son muy buenos cuando tienes una lesión o algo que puede dolerte constantemente.
No los siento visualmente tan notorios pero sí estimulan el aguante del cuerpo para un esfuerzo continuo. En cuanto los dejo de hacer… voy para atrás.
Curiosamente mi recuerdo es que viví siempre en esfuerzo continuo, en carga, rigidez y pesadez que no iba de acuerdo a mi edad. Llevo unos años viendo el tema pero no me había dado cuenta que se iba a revelar mejor y más claro con el paso del tiempo; y no es que ya voy ligera como la pluma que se le cae a un pájaro distraído en su vuelo, sólo que me puse a trabajar desde hace mucho tiempo en mejorar y estabilizar mi carga emocional y no sabía el sentido de vida que me iba a dar ir descubriéndolo (también da dolor, soledad, lágrimas y desencanto) pero la vida es también eso y debemos de aprender a vivir con sus faltantes. Por eso lo escribo a veces aquí.
Personas que sé que me aprecian por algún motivo me dicen que escriba algo en forma como un libro, yo a veces no sé de qué o por dónde empezar porque siento que ya dije casi todo. Luego me acuerdo de cosas que quiero escribir sólo para no olvidarlas: algunas amenas, curiosas, de faltantes, complejas, revueltas, de vacas flacas e irónicamente llenas de carencias que me empujaron a buscar mi propósito de libertad y bienestar, y ahí lo pienso: ¡ahí está!, es tan claro; es el viaje de una vida común para descubrir el amor y la libertad, y no tanto en amor romántico, es un futuro (y si no es en un libro) es simplemente el pasar cotidiano de una vida -ya bastante añosa en este presente- que habla de amor; de ese amor de reconstrucción, de valentía, de diferenciarse, de tristeza que también trae liberación. Porque re crear bienestar cuando no lo aprendiste, es también un acto de valentía, de respeto y en algunos casos hasta de supervivencia; es amor propio en buenas cantidades y en esfuerzo sostenido. Es explorar el origen de la culpa, la carga y la obligación; es curarte, validarte, tomar distancia, es caminar en duelos más raros y largos de los que son por muerte, es la aceptación de que hay conexiones que hubieras querido que fueran más significativas pero ya no se van a dar. Es sentirte solo en algo que pocos te van a entender y es quererte mucho para priorizarte y darte el permiso para cambiar la historia.
Es apreciar la pluma que ese pájaro dejó caer pero no le frenó porque sabe que lleva más; son esos colibrís que nacieron en tu jardín, es presenciar y celebrar que eres afortunada de estar acompañada y experimentar un vínculo fuerte de amor, es ser testigo de la vida de alguien más que se esfuerza también y te ve; es amor por abrazarte y repararte, es hacer crecer un jardín interno.
Sinceramente no creo que uno se “limpie” por completo y siempre quedarán residuos de las cargas y abandonos que traemos, pero definitivamente sí hay la posibilidad de disminuirlas y despejar el panorama para poder ver todo más claro y llenarlo de otras cosas significativas.
Lo único que a veces me quejo de la vida, es que el estándar de vida no son tantos años como yo quisiera y tengo mucha curiosidad por cosas que tal vez ya no alcanzaré a ver o hacer; otras imagino que la salud o la motricidad tal vez no estén de mi lado y me doy cuenta que quiero mucho y quiero más. En fin, si es una vida en constante reparación pues adelante, tal vez nunca estará perfectamente terminada pero muy consciente de todo sí y creo que eso ya es ganancia.
Pero por eso decía que cuando uno piensa que le falta algo, descubre que lo tiene CASI todo y ese casi es muy bueno.
Este pan lo tiene casi todo y al parecer se cuestionó: “¿Me falta harina común para cocinarme bien?" No. La avena que tiene hace una combinación perfecta para darle estabilidad y estructura a su rebanada. El cottage y el huevo forman proteína para mi delgado músculo – y que la apariencia no nos engañe, flacucho pero resiste un poco más de lo que yo imaginaba…
PAN DE QUESO COTTAGE
NOTA: Lo he hecho en distintas pruebas, pongo mis descubrimientos donde a mí me fue mejor que lo que leí en otras recomendaciones.
*Precalentar el horno en 350 F mientras mezclan todo.
INGREDIENTES:
2 Tazas y media de avena
5 huevos a temperatura ambiente (también sale bien con 4 de buen tamaño)
1 bote de 500 gr. de queso cottage (muchos recomiendan escurrir el líquido para que quede más esponjado el pan, la primera vez lo escurrí sólo unos segundos, le quité el 15% del líquido rápidamente, la segunda lo dejé más en el colador para ver si era cierto y esa vez, no agarró tanto volumen mi pan. En mi experiencia, no hay que escurrir demasiado e líquido e imagino depende de la marca. Yo sólo uso de los bajo en grasa, pero los que no son reducidos en grasa, queden todavía mejor)
1 cucharada de aceite de oliva
1 Una cucharadita de royal (sí hay que medirla bien, me fui con copete la segunda vez pensando que agarría fuerza y al revés, no quedó mal, pero perdió fuerza y no reventó – infló el pan)
¾ cdita. de sal
PREPARACIÓN
Batir todo en un procesador hasta obtener una mezcla suave, agregar semillas al gusto y ponerlo en un molde para pan de silicón o usar papel de hornear. En mi horno eléctrico duró 1.15 hrs; los últimos 15 minutos lo tapé con aluminio para que no se quemaran las semillas. (Cuando entierran un cuchillo al centro debe de salir limpio)
Desmoldar y cortar hasta que esté totalmente frío.
Es rico, con proteínas y perfecto para desayunos: con huevo, aguacate, salmón, encurtidos, etc.