La suma en 10 y 11
Tenía semanas buscando un buen título para por fin ponerme a escribir. Pensaba que al encontrarlo, eso me daría el permiso especial para hacerlo. Pero me estaba engañando, no era un mágico título lo que yo necesitaba.
Tenía semanas buscando un buen título para por fin ponerme a escribir. Pensaba que al encontrarlo, eso me daría el permiso especial para hacerlo. Pero me estaba engañando, no era un mágico título lo que yo necesitaba.
Eran las 5:30 de la mañana en algún día de esta pandemia cuando llegó la fecha del desalojo, la espera tocaba su fin. Salimos rumbo al hospital armados con un par de caretas de plástico, tapabocas, guantes y un set de desinfectantes. Sentía que estaba lista con todo y la bola de palpitaciones cardiacas en mi garganta. Pensaba en todo lo que había esperado, pensaba en que por fin iba a suceder.
Él cantó con tono tropical:
Este año que acaba de terminar no busqué más clientes de diseño, no di clases, nada. Sólo entregué mis reservas de energía a los proyectos que llegaron solos.
Cargué mucho.
No fui por más, estaba desgastada por estrés emocional.
Una nueva mezcla compleja y llena de cosas por descubrir.
Una etapa de algunos descuentos forzosos, de dolores profundos, de golpes de realidades y nuevos despertares.