CAMOTES RELLENOS AL HORNO
Por fin veo claro y tengo un momento de respiro para escribir en malabarista. He tenido mucho trabajo de diseño en este primer semestre de año y el trabajo rutinario de la vida que a veces me atrapa; pero qué re bonito se siente cuando puedo estar aquí y qué bonito se siente cuando en mi exploración a veces inconclusa y sin respuestas de vida, sí encuentro respuesta en unos camotes rellenos: son una delicia con distintas capas de sabor que se han vuelto mis favoritos.
Los camotes de cáscara café claro y de un brillante anaranjado por dentro me encantan en comidas saladas, son mis favoritos. Si yo fuera un tubérculo sería ese.
El de cáscara morada y amarillo ligero por dentro ese no tanto; pero recuerdo que justo esa variedad, cuando yo era niña, los veía cómo los cocían con puños de azúcar, piloncillo, canela, etc. Tengo recuerdos de ver un pyrex rectangular lleno de ellos nadando como en una alberca de color ámbar, los vasos de leche bien helados y el momento de servirte tu platito de camotitos enmielados con el mango de tu cucharita toda pegajosa.
Siempre me ha atraído la habilidad que tienen muchos ingredientes de poder lograr una receta completa para hacer algo dulce o salado, como si fuera un increíble poder cameleónico; si este tubérculo, raíz o verdura se puede adaptar a distintas circunstancias
¿A caso yo podría hacer lo mismo toda la vida?
A veces pienso que hubiera estado increíble tener materias desde muy, muy pequeños que hablaran de la salud emocional. Que nos dijeran: esto está bien, esto no, ser así es normal o ve trabajando en esto porque se te viene duro y se va a convertir en una batalla de adulto.
Pero la realidad es, que pegué sopa de coditos en una hoja carta, hice servilleteros con abatelenguas, me comí el resistol cuando la maestra no me veía porque creo que tenía apariencia de yogurt – el resistol, no ella- y creo que iluminaba muy bien, eso que ni qué.
El otro día una amiga me decía que le hubiera gustado ser diferente: más canija, más dura, más despreocupada para no dar tanto volumen de pensamientos a su mente y no sufrir y angustiarse tanto por todo; yo le decía que cada uno nace con sus colores y afortunada o desafortunadamente se mezclan con la experiencia de cómo crecimos: en ese momento que seguramente nos formamos de raíz como este generoso tubérculo, ya nos tocaba de agencia el anaranjado sensible, el que no permite callar los pensamientos y que hace que se tatúen obsesivamente y que obviamente el entorno donde estuvimos iría influyendo en nuestra textura y sabor interno.
Y es que de pronto hay personalidades que lo sentimos todo: las cosas afectan y duelen profundo o angustian demasiado; pero también los que venimos mezclados de otros tonos y color de cáscara, también esa mezcla de sensibilidad hace disfrutar y conectar muy profundo y sentir mucho.
Curiosamente en esta vida, que a veces es una broma de mal gusto -como decía Alonso cuando lo conocí- creo que tiene razón y sí lo es, porque ya echados en el mundo desde pequeños llenos de energía y alegría, vamos resolviendo como podemos y percibimos todo. Muchas veces esos colores brillan, encandilan, molestan o se apagan durante el paso de los años y ya de adultos sale todo desordenado; da la impresión que en lugar de hacerse más fácil la vida como pegar sopa de coditos en una hoja de papel, se va poniendo más difícil y nadie te dice que será una sucesión de eventos afortunados y desafortunados.
Ahí es, cuando creo que entra la magia que considero más bella para cualquier ser humano que transita este mundo:
Aventarte a entender tu historia, tu raíz, aceptarla, dolerla o celebrarla y si hay algo que te está atorando, hacer la ardua tarea de sanar y transformarlo los años que te tome.
Yo creo que hay mucha belleza y propósito en eso.
Muchos podrán poner en su propósito de vida dejar legados, títulos, descubrimientos, éxito y dinero y está bien; otro tanto, son los que se avientan las chambas generacionales donde siento que dejan mucha salud universal e imagino que es la riqueza más grande que puedes dejar: dejar un registro de libertad y felicidad.
La chamba emocional no toma valor sólo porque tiene que acabar directamente en decendencia, simplemente viaja… viaja por el universo, por el mundo donde uno va y anda caminando por ahí más feliz dejando su registro y esa energía se expande a lo que te rodea, si la gente sana, sana el mundo.
Hace unos años que trataba de explicarme esto, le decía a Alonso: “Tanta chamba emocional que me aventado, y aquí para todo, se muere conmigo, ojalá yo hubiera sido otra en la fila y me hubiera llegado el trabajo ya hecho de varias generaciones atrás”. Luego recordé la felicidad posterior que me dió la decisión de no tener hijos, la sensación de bienestar y libertad que no imaginaba que sí era posible alcanzar y que sigo aprendiendo de ella y le dije: “Tuvimos la suerte de estar haciendo la chamba que otros no pudieron, sí, todo para aquí, nosotros hacemos el cierre y no dejamos generaciones, pero lo estamos expandiendo en otros lados, dejamos un registro de amor, de amor propio, que es más que éxitos de chamba o materiales, energéticamente dejas una manchita más sana, más feliz”.
Y de pronto, de ese naranja intenso de estos fabulosos camotes rellenos uno se da cuenta que sí es posible hacer muchas transformaciones en la vida.
CAMOTES RELLENOS
- Hornear camote amarillo con un poco de aceite de oliva y sal hasta que queden cocidos y doraditos.
- Relleno: sofreír ajo, cebolla, carne molida (yo uso de pavo), agregar especias como paprika ahumada, soya, un par de cucharadas de pasta de tomate, pimienta y sal.
- A parte, saltear en aceite de oliva: espinacas con cebolla morada, ajo picado, sal y pimienta, estas las puse como base al servir y la mezcla estuvo deliciosa.
- Cubrí los camotes con un aderezo hecho con pasta miso, lo hice al tanteo: una cucharadita de pasta miso, yogurt griego, aceite de oliva, un chorrito de limón, pizca de mostaza de semillas, una cdita. de vinagre de manzana, un puñito de nuez de la india, media cucharadita de cúrcuma en polvo, rectificar sal (la pasta miso ya es salada) y pimienta. Queda muy rica y le da un toque extra de sabor.
Espero disfruten esta preparación tanto como yo, y sobre todo: que nunca dejemos de entender nuestros colores, sanar y ayudarse en cualquier etapa de la vida es una excelente inversión, de verdad que la vida se hace más amable cuando uno crece a pesar de pensar que ya lo habías hecho.