enero 13, 2024

SIMPLE Y DELICIOSA CREMA DE CAMOTE AMARILLO CON COCO

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El intenso amarillo del polvo de cúrcuma se mezclaba sobre otros milenarios polvos dándole color a esa fría tarde, juntos anticipaban un inminente y perfecto desenlace que acabaría en una excelente crema de camote amarillo que calentaría cualquier alma triste y sin ilusiones.

Mientras escribo esto y recuerdo esas cremosas vueltas que dibujé en esta sopa, me ha dando vuelta el tema de las épocas con necesidad de crear; porque si bien malabarista es un diario de celebraciones diarias conectadas entre sí, hay otra gran parte que no sé si dejé en pausa, perdió la fuerza necesaria o cada vez se ha revelado lentamente llevándome a dónde en verdad necesitaba estar.

 

Hablo de ese impulso que me hacía inventar nuevos emprendimientos improbables, maratónicos y a veces no redituables; caí en cuenta que he estado en una especie de hibernación que no tiene nada que ver con el frío clima o las ganas de hacer esta increíble y calientita crema de camote amarillo.

 

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Según mi investigación, “la hibernación es una especie de letargo, un mecanismo de defensa donde entran algunas especies para garantizar su supervivencia y reducen la actividad de su metabolismo para ahorrar energía, todos sus signos bajan drásticamente”. Claro que es un mecanismo natural y útil para defenderse y prepararse a un entorno no muy amable, se resguardan un momento para sobrevivir con poco para después despertar y seguir la vida. Incluso las plantas también pueden pasar por estos periodos.

 

Ojalá mi larga hibernación tuviera relación con el frío o justificara el enorme exceso de pay de manzana que dividí a la mitad con Alonso como si necesitáramos tener una reserva calórica extra para enfrentar un mundo de adversidades; pero no, esta hibernación es más compleja.

 

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Dudo si nombrarla “letargo” porque curiosamente tengo más energía emocional y física producto de otras cosas que nutro y hago, pero sí hay algo que siento que se detuvo creativamente hablando desde hace un par de años. Es complejo explicarlo porque diseñar involucra creación, -y lo hago semanalmente de trabajo en diseño gráfico-, eso fluye bien y normal.

Pero la otra parte donde metabolizaba otras ideas, deseos o esos impulsos de nuevos emprendimientos hizo un paro total: se puso a hibernar.

 

Lo interesante de este análisis con tintes de hibernación -que pudiera aparentar algo dormido, triste y sin ilusión- es que también llega a ser una buena capacidad para dominar el entorno.

 

He pensado que el llevar tiempo en pausa sin tener esas bombas de producción imparable buscando que más generar, es por un aumento de sinceridad conmigo: creo que no me gusta ser una mujer imparable en temas profesionales; aprendí a frenarme y valorar la oportunidad que tengo de elegir la dosis de tiempo que quiero trabajar -porque claro que me gusta ganar dinero-, nuna me he alejado de diseñar y lo hago bien, lo disfruto, me gusta mucho crear historias y diseño para otros y el reconocimento que hace alguien cuando recibe mi trabajo. Se siente muy bien.

Pero mi búsqueda entera y mis recursos energéticos han sido totalmente en otro lado y por lo pronto, tengo un par de años que ningún nuevo tema ha sido lo significativamente poderoso o interesante para quitarme el sueño y buscar más; o bien, podria estar equivocada y todo podría ser un complejo sistema de defensa de reserva energética de mi parte, una que ya mide mejor los riesgos, donde me gusto más, donde no necesito demostrar y sé lo que quiero y necesito... o instintivamente, me estoy preparando para enfrentar una adversidad emocional.

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Mis pruebas que vivo, -y no sobrevivo- sé que son contundentes, basta de ejemplo el acomodo de esta deliciosa sopa.

Pero aunque puedo disfrutar diariamente estas calmas y estos detalles, a penas me estoy dando cuenta que diversos eventos personales de muchos años atrás me robaron cantidades enormes de energía y atención para lograr cosas más grandes y lo curioso es, que aunque ya lo manejo mejor y ya no tienen la misma fuerza en mi vida, su “rebote” fue expansivo en los años posteriores y el entenderlo me ha sido de gran ayuda en la autoexigencia que tenía.

 

La parte interesante de esta extraña calma de hibernación, es que un día desperté y me di cuenta que ya no persigo las cosas como si el mundo se fuera acabar.

 

Antes me ganaba la ansiedad de buscar un proyecto que jalara, que se vea con sentido, que genere x cantidad, que logre, que busque, que, que.

 

Estos últimos años empecé a notar que el sentido es el que yo le pongo a esa cosa o esa acción que esté haciendo ese día, ese mes, esa temporada y esa dosis de ansiedad que tenía bajó considerablemente.

 

Este sentimiento claro que puede ser producto de la edad, pero también es todo ese trabajo en otras áreas que he hecho para construir la vida que querido. Seguido despierto y en lo que caliento el agua para un té y paso lista a mis plantas me siento muy rica, muy afortunada (y no es que tenga dinero jajajajaja, tengo muy poco), lo que sucede es que he conquistado otro tipo de cosas que florecieron a pesar de mi entorno y muchas circunstancias.

Definitivamente tengo que aceptar que he puesto más años y dedicación a crecer, cambiar y sentirme bien que a crecer un proyecto grande profesional, yo me enfoqué en otro tipo de riqueza y cuando hago lo profesional me siento más segura porque no todo está ahí y tal vez por eso sé cuando necesito estirar más la liga y cuándo no.

 

Tal vez esa sobre carga y esfuerzo previo de años atrás -que no podría mentir y decir que no ha cobrado su factura y me he estado reponiendo de ella-, hoy me han dado mucha libertad:de hacer, de no hacer, de divertirme, de poner más atención en mi cuerpo y en todo lo que me hace sentir bien; de darme excesos de tiempo para mí, para imaginar, para ser.

 

Hoy no sé qué planes se llevarán acabo o no, pero el logro de disfrutar y seguir construyendo la vida de a poquito y sin carreras ha sido de los mayores aprendizajes de estos últimos años… así que la hibernación podría ser una teoría positiva.

 

Cuántas cosas se dan al mezclar cúrcuma, comino, ajo, garam masala y leche de coco.

 

Puedo constatar que esta deliciosa crema de camote amarillo es más fácil que mi teoría, esta sí, es puro sabor que despierta a cualquiera.

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SIMPLE Y DELICIOSA CREMA DE CAMOTE AMARILLO Y COCO 

 

-Un kilo de camote amarillo pelado y cortado en cubos

-1 litro de caldo de verduras

-Leche de coco (o crema de las que son para cocinar)

*Las especias las uso a ojo, dependiendo la cantidad y el volumen de la olla

-1 diente grande de ajo picado

-1 cebolla mediana picada

-Jengibre fresco rallado

-Especias: cúrcuma, comino en polvo, garam masala (opcional) o puede ser un toque de curry, pimienta y sal.

 

PREPARACIÓN

 

-Saltear en aceite de oliva ajo, cebolla, agregar jengibre y todas las especias para que se integren y suelten su fragancia.

 

-Añadir inmediatamente los cubitos de camote, remover y agregar la leche de coco y un chorrito del caldo de verduras.

 

-Poner a hervir a fuego bajo, una vez listo y cocido el camote moler todo con un procesador manual o pasarlo a la licuadora, agregar el caldo de verduras sobrante (y si les sobró leche de coco también). Dejar hervir nuevamente y probar de sazón y especias.

 

-Servir con un toque de queso fetta o parmesano, un chorrito de aceite de oliva o crema de coco y acompañar con pan rústico.

 

Es una sopa especiada con un ligero dulzor muy característico del camote pero con un segundo sabor entre coco y curry… a mí me encanta, y más por las propiedades del camote amarillo.