septiembre 14, 2023

MI VERSIÓN DE ATÚN A LA VIZCAÍNA

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Ese día amanecí con unas tremendas ganas de comer bacalao pero sólo tenía atún, mientras iba cocinando pensé en mi versión y en las tantas formas de pasar por este mundo y en cómo hacer tu propia receta.

 

Cuando estás cocinando y te hace falta algo muchas veces lo puedes suplir con otro ingrediente parecido, posiblemente el resultado no sea el mismo que tenías en mente, pero también es posible que se convierta en otra cosa suficientemente bien lograda.  

 

Se escucharía muy aventurado tomar la vida con la misma fórmula pero he comprobado que sí es muy parecido.

 

Si le buscan, seguramente encontrarán un montón de historias personales o de alguien donde si faltó o pasó algo en la niñez, pareja, familiares, hijos, suerte, salud etc., la vida lo compensó en otras formas años más tarde, y si aún no lo hace, tarde o temprano siempre llega algo en otras presentaciones y en otro orden.

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Es verdad que vamos pensando distinto en diferentes etapas de la vida, pero también es real que no podemos tapar el sol con un dedo, el tiempo revela lo que verdaderamente hay; y a la vida por más bonita e interesante que sea, también se le van los tiros bien raros.

 

Es muy difícil que alguien no esté carente de algo y cuando no lo ve, se vuelve realmente complicado -saber reconocerlo y aceptarlo, es un acto de mucho trabajo y tiempo- pero pienso que es más útil aceptar esas listas faltantes para crear otra cosa y posiblemente renunciar no es tan malo como se escucha.

 

Hay recetas que no tienen falla, de esas buenísimas que las heredan en un papel casi deshojándose, tienen la huella de color del ingrediente que casi se huele. Algunas traspasan los años por la grandeza y belleza de la historia y no quieres cambiarla, las guardas y las tratas con cuidado para repetirla una y otra vez porque saben a felicidad.

Pero hay otras con fallas de origen. La persona que la escribió se pudo haber equivocado y sigue sin querer descubrirlo. La traspasó una y otra vez porque es lo que podía y porque requería más trabajo ver el error. La hereda sin ánimo de reparación, sin preguntar ni rectificar y es ahí donde empieza el relajo: la medida está mal, no sale, sabe mal, se corta, no une, se hunde, se agria, porque nunca se puso la energía interna para rectificar los ingredientes y así la dejan; parecería más fácil esperar una fuerza sobre natural o mejor: que otro se haga cargo.

 

Y de pronto, después de generaciones por donde pasaba esa hoja deshojada y mal lograda, llega alguien que lee y se de cuenta del error: por lo regular nunca cae bien porque llega a mover todo: entiende lo que otros no pudieron ver, toma lo indispensable, luego tacha, rectifica, mezcla, aprende y se hace responsable de la nueva receta, hace otra historia, escribe otra versión: una nueva receta que sólo con el simple hecho de hacerla distinta genera una amplia riqueza hasta para los que no se dieron cuenta antes, porque aunque ya no sea jamás una hoja heredada, que mejor forma de reparación y aprovechamiento cuando ve el plato que ha creado, es nuevo, es distinto, es una vida caminando por este mundo más disfrutada.

 

Yo no he dejado de transformar y embellecer a mi manera muchas recetas para lidiar con mi entorno y cambiar mi carga, porque cuando eres niña no es algo que puedas tener consciente, mis trastecitos sólo eran de plástico con comida invisible, pero muchos años después y con muchas ganas de ver, he encontrado cómo crear otra historia, otra receta totalmente distinta, con otro fondo, otro caldo.

 

Y es que si no hubo todos los ingredientes, hay que aprender a buscar otros para hacer tu versión, porque el fin es ese, que sea distinta. Hacerse responsable de tu historia es un buen poder, es como tener un buen sazón.

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Ese día no amanecí con unas tremendas ganas de que fuera distinto porque me hizo recordar que ya lo estoy haciendo distinto: me he procurado explorar, ver, entender y aprender con otros ingredientes para hacer mi propia versión, mi propia receta que nadie la va leer, heredar y mucho menos premiar, pero suficientemente buena y disfrutada, reconózco el deseo de un bacalao que no hubo, pero en su ausencia el atún encontró su lugar y es perfecto así como el bonito pez que lo presenta.

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Mi versión de atún a la vizcaína

 

1.Cocer tres a cuatro jitomates, reservar. A parte, sofreír un cuarto de cebolla, un diente de ajo, pimiento rojo picado con un par de jitomates en aceite (de esos secados al sol, le da un saborzaso). Agregar todo a la licuadora con los jitomates cocidos.

 

2.Llevar la salsa a una olla, remover a fuego bajo, agregar páprika, sal, pimienta, unas ojas de laurel, un poco de tomillo y orégano seco.

 

3.A parte, en aceite de oliva sofreír ajo picado, cebolla, papa cocida, atún, agregar la salsa, agregar aceitunas y chícharos.

 

4.Servir con chiles güeros de lata, yo usé naturales al horno y los rellené de queso. Acompañé con tostadas y frijoles.