marzo 01, 2017

REFLEXIONES Y LECCIONES DE MÁS DE TREINTA

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“La vida es aquello que te va sucediendo mientras estás ocupado haciendo otros planes”

-Frase de John Lennon-

Cuando menos lo esperamos, los días se nos van haciendo la vida, los llenamos con el trabajo y la rutina. 

Muchas encienden el reloj de familia, tu hogar se empieza a llenar de una lavadora y refrigerador que sea de buena marca y “que dure”. 

Se habla de créditos a 15 años, se compran seguros de todo tipo y entre todo lo anterior se hace hasta lo imposible por tener tiempo para hacer lo que te gusta porque la mayoría de planes e inversiones que empezaste tienen ya fecha a largo plazo.

 

Al parecer, hay mucho por hacer.

 

Estoy acompañada en esta imagen de dos mujeres, una con 66 y otra más con amplia sonrisa de 92 años - sí, lo leyeron bien, 92 años y todavía manejaba perfecta en carretera.

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Siempre me han atraído los modelos de mujeres independientes. No me refiero a un modelo de mujer empresaria, "luchona" y exitosa.

Es algo más.

Soy muy sensible a la realización de la mujer, a su espacio y a su fuerza interna. Me encantan las mujeres que son vitalidad mental sin importar la edad.

Los modelos de poder que valoro mucho, son aquellas mujeres que construyen para sí mismas, que tienen objetivos claros, las que saben separar, las que buscan equilibrio y no están esperando ser merecedoras de algo o alguien.

Las que trabajan en un desarrollo pleno, las que se reconocen diariamente, se quieren y eso les da poder para actuar en su persona y poder ofrecer también algo a los demás.

Tengo tantas historias de mujeres que merecen mis aplausos a sus más de sesenta años: Las que se han movido, creado, construido, viajado; las que no se han detenido para reinventar la vida haciendo maromas en el camino.

En mis múltiples preguntas (como acostumbro) reconociéndome con qué tipo de mujer me identifico,  me doy cuenta que no es en una sola; voy tomando pedacitos de todas las que influyen en mi vida empezando con mi propia madre, -  tengo mucho de ella - 

 

Estas son las 5 mejores lecciones que he encontrado el día de hoy para ir envejeciendo con gracia.

 

1. Detenerte para agradecer aunque aún no obtengas tus planes realizados.

Mi mamá hace algunos años me decía que ya llegaré a su edad, donde a veces uno agradece por el sólo hecho de amanecer vivo y tomarse un café. 

No me gusta que me de comentarios tan “de viejos” porque me parece una mujer muy joven y con mucha vida, tal vez me enoja porque es mi subconsciente que no quiere perderla.

Siempre decía: "¿Para qué te adelantas?", "No te comas el mundo, no sabes qué va a pasar"

Me he dado cuenta que muchas veces vamos persiguiendo planes con tantas fuerzas, con tanta preocupación, que en el camino sale otra cosa totalmente distinta a la que perseguíamos que muchas veces nos despierta al presente.

Está bien tener la mira en el futuro, pero si nos desgasta nuestro presente, algo no está bien.

 

2.La vida te da la oportunidad de re inventarte, está en ti hacerlo

Se necesita mucha fuerza interna para estar en constante amistad y cambio con las etapas que te va presentando la vida, desde físicas hasta emocionales.

Tampoco digo que hay que agarrar un barco y todos dar la vuelta al mundo en una eterna aventura -Todos tenemos prioridades distintas- y no todos pueden de la misma forma. 

Pero sí hay formas de dar tu propia vuelta.

Re inventarte a través de lo que te emociona, te hace feliz, haciendo las cosas por ti y no por demostrar a los demás que puedes o que debes, es casi un deber personal.

No puedes esperar a que tu entorno cambie, tú debes de cambiar.

 

3.Invertir en tratar tus emociones no lo es todo, pero sí ayuda bastante

Es verdad que a medida que pasan los años te vas aceptando con tus carencias y tus demonios.

Solo que cuando sí haces cambios reveladores, de pronto, ¡quieres que todos te entiendan y hagan lo mismo!

Sería una fantasía pedirlo.

Porque al final el cambio te lo regalas a ti, en la forma que tomas conciencia de tu vida, la disfrutas y haces una nueva conciencia de las cosas.

La inversión en el análisis de mis emociones no es garantía de felicidad, pero sí me ha dado herramientas extras que pienso echar mano de ellas cada vez que voy envejeciendo.

Cuando pasan los años y te permites sanar, comprender, dejar de juzgar, escuchar y practicar algo de sensibilidad contigo y con los demás, puede llevarte a otros descubrimientos sin importar la edad.

Eso sí, no son fórmulas felices y no basta sólo con desearlo.

Tropezaremos siempre con la misma piedra.

Pero aprender a ver dónde está la misma molesta piedra, nos enseña a empujarla a un lado y practicar nuevas acciones en vida, ésas son las importantes.

 

4.No valernos sólo de planes para ser felices

Hay una tonelada de información en mi generación de más de treinta y tantos que nos trata de sensibilizar en vidas más equilibradas y felices para poder sentirnos completos.

Buscamos demasiados momentos felices. 

Hablamos de estabilidad, fórmulas en pareja, familia, logros... y cientos de ideas para ser felices.

Casi lo olvido: qué decir de los miles de artículos de crianza que te animan, te desaniman o bien les recuerdan a un montón de adultos ¿por qué a nuestros padres no les tocó tanta información? y por fin descubrir "¡Claro, con razón soy así!"

A veces creo que tenemos demasiada información.

Y curiosamente, pensamos que una serie de etapas-planes-fórmulas serán los responsables de darnos esa felicidad.

No estoy segura.

Porque no sabemos a dónde llevará esta construcción de planes, tenemos sólo fe; pero las tormentas, pérdidas y matices que traerán se harán presentes.

Seguro esta búsqueda de calidad de vida debe ser muy distinta para todos, porque cada uno la reafirmamos en distintas situaciones y logros personales.

“Ya te casarás” “ya tendrás hijos” “un día tendrás una casa propia” “Ya tendrás mejor sueldo” “ya tendrás una empresa de éxito” “cuando te empiece a ir mejor” “espérate a que crezcan tus hijos” “cuando termines tus deudas” “cuando puedas viajar más” “cuando ahorres y te retires” "Ya vendrán tiempos mejores"

 

Y así, la vida va pasando, entre esos planes

 

Muchas veces sí llegan felizmente, pero otras no, y no nos educan para vivir completos a pesar de la tristeza y frustración en el camino. 

Nos enseñan que la vida va a ser mejor cada vez que consigamos más.

En lo personal, no creo que la felicidad esté en una sola cosa.

 

Los negocios triunfan, las relaciones fracasan, la vida te va a dar y te va a quitar. 

 

5. La vida será de momentos

No siempre esa serie de planes y etapas previas que estás hoy sudando para alcanzar, donde dejas salud y personas, serán las responsables de traerte la felicidad.

Ir envejeciendo con gracia es ir aceptando el viaje y tener una firme convicción interna de dónde, cómo y con qué calidad importa vivir tu tiempo.

La felicidad es eso que vas sintiendo diario, todos los días y no el resultado final.

El ir envejeciendo con gracia no es pensar si habrá o no un bien que heredar. 

No es si tendrás o no que dejar “huella” de algo para los demás mientras tú puedas ir disfrutando tus pasos.

Cuando recuerdo la linda señora de los 92 años donde un día más para ella era un regalo, donde las personas vivieron y se fueron, donde el dinero y los bienes ya no eran importantes.

Donde sólo le quedaba el carácter y la satisfacción de lo que había vivido, donde la fuerza de sus pensamientos querían ganarle a las fallas al cuerpo, donde sólo le quedaban las experiencias de una vida bien vivida, el amor, una canción, el sabor de los viajes, los abrazos dados o la nostalgia que despertaba una fotografía.

 ... Donde sus últimos pensamientos antes de morir fueron “todavía tengo mucho por hacer”.

Tener "mucho por hacer" a los 90 es un recordatorio de cómo podemos decidir vivir la vida.

Hoy así quiero envejecer:

Llendo a mi propio lugar, a mi propio ritmo,

No importa si no puedo descifrar todos los misterios y me pierdo de lo que dicen muchos que debería de hacer para trascender.

Mientras no me pierda yo misma... estaré bien.

Me importa el viaje, las manos que estrecho, los abrazos y besos que doy, las palabras que digo y los sueños que comparto.

Quiero emocionarme, 

Quiero sentir el pecho apretado y pasar saliva a penas por estar conteniendo el llanto de tristeza cuando haga falta o de emoción,

Quiero tener presente mi pasado sólo para que me vuelva a ubicar en el presente,

Quiero envejecer manteniendo la mente y los ojos bien abiertos, sabiendo que hice lo que me hizo feliz con todo y mis imperfecciones, que nunca me cansé de celebrar estar viva encontrando en las pequeñeces de la rutina diaria y con los demás, los verdaderos momentos felices.

Compartir mi mesa, mi ser, ¡pintarme la boca aunque ya no vea bien y me salga chueca!, pero con una amplia sonrisa de haber vivido las subidas y bajadas de lo desconocido.

Quiero vivir miles de días donde pueda maravillarme de la cosa más simple y reírme con alguien junto a mí.

Dicen que morimos un poco cada día, hay que aprovechar y hacerlo bien.